Mucho se ha dicho sobre el Western. Hay incluso gente que afirma que la propia vida es un western. En la historia del cine, pocos géneros han tocado tantos temas universales en sus cintas: desde el drama hasta el amor. Porque, el Western, fue primero un género, para más tarde calar hondo en la vida de las personas.
La mística generada a través de los códigos del propio género, se lo debemos principalmente a cineastas como John Ford, que supieron vender la historia de su país. Se trata pues, de un producto importado de Estados Unidos, el primero en ser vendido, a través de la historia del cine.
El primer ejemplo lo encontramos en el cortometraje “Robo y asalto a un tren” (Edwin S. Porter,1903). En él ya se encuentran todos los códigos del Western, haciendo hincapié en el pistolero, que siempre burla a la autoridad. Su final quedó grabado en la retina de los espectadores, con ese bandido disparando a cámara, siendo de las primeras veces que se rompió la cuarta pared.
Todo este imaginario, que nos resulta tan fascinante, no podría estar más manipulado. En este caso, la historia la filman los vencedores. Todas estas historias de vaqueros, forajidos, agentes de la ley, las hemos hecho nuestra, aunque sea ajena a nuestra cultura.
Cineastas como John Ford, seguramente el mejor director del Western, se dedicó durante gran parte de su carrera a contar estás historias, y exportarlas al mundo. Parte de la culpa, la tiene también John Wayne, ese actor que fue capaz de trascender la pantalla, con un rostro enigmático, de tipo solitario. Aun en la actualidad, el público recuerda su aparición por primera vez en “La Diligencia” (John Ford, 1939), montado a caballo con su escopeta. Con este filme, el género viviría su mayor momento de auge en Estados Unidos, hasta la década de 1970.
Este dúo Ford- Wayne son los que más películas han dejado para el recuerdo. En su primera etapa, los personajes de John Wayne no tenían tanta profundidad psicológica. No fue hasta cuando el director vio “Rio Rojo” (Howard Hawks, 1948), que se empezó a replantear los papeles de su colaborador, debido a su sorprendente actuación en el film de su amigo Howard Hawks.
En su etapa más oscura y crepuscular, los personajes de John Ford empezaron a tener mayor profundidad psicológica. El mayor exponente de esto, fue Ethan Edwards, el personaje que interpreta John Wayne en “Centauros del desierto” (John Ford, 1956). El bueno de la cinta, se transforma en alguien ambiguo, con claroscuros, más cercano a la figura del antihéroe. La mayor virtud de la cinta, la encontramos en el viaje interior que vive el protagonista. Aunque la película empiece y termine de manera similar, ya el personaje principal no es el mismo.
Al principio de “Centauros del desierto”, una puerta se abre, en la que vemos como Ethan Edwards llega a la casa, tras estar un tiempo fuera combatiendo. Al final de la cinta, cuando todos regresan a casa, tras su implacable búsqueda de venganza contra los indios, el personaje de John Wayne decide irse, y tras él, se cierra la puerta de la casa.
Tras su viaje, buscando a su sobrina, durante largos años, el mundo ha cambiado. La casa sigue siendo la misma, pero Ethan Edwards, se ha dado cuenta, de que en ese nuevo mundo, lleno de progreso, él no tiene cabida. Es por ello, que tras quedarse dubitativo entre si entrar o no, decide abandonar la casa, para cabalgar solo por el desierto. Este gesto tan poético, a la vez que bello, cierra una de las mejores películas de la historia del cine.
Por eso mismo, el Western ha sido uno de los géneros que más temas universales han tratado. En su momento de auge, podemos encontrar obras que hablan sobre la pertenencia a un grupo, amores frustrados, escenas de aventuras, y por último, momentos de acción. Todas ellas protagonizadas por tipos duros, pero atormentados. No hay género más completo, que sepa tratar todos estos temas, y salir ileso en muchos casos.. Aunque se haya implantado de manera propagandística en muchos casos, tratándose de un producto ajeno a nuestra cultura, el mito del cowboy siempre estará en nuestra memoria colectiva.